Director David Rosenberg y coreógrafo Frauke Requardt tiene un historial de servicio hasta extraño, inquietante trabajo. Sus tres específicos del sitio colaboraciones hasta la fecha (El Techo, el Hotel Eléctrico, Motor Show) se han realizado en el exterior, pero con DeadClub traen la rareza de cerca.
La acción tiene lugar en un escenario elevado alrededor de la cual el público de pie en contados lugares. Los que somos parte de todas las ilusiones – todos los cables, trampillas y accesorios – que sustentan el espectáculo. Nuestra complicidad y la ostensible artificial de la naturaleza de la puesta en escena, son elementos esenciales de este entretenido meditación sobre la mortalidad. La premisa central que parece ser que algún tipo de suceso grave, tal vez una explosión en un club nocturno, ha superado los cinco artistas, que se impulsó entonces en un espacio-tiempo de ciclo, en el que se refracta versiones del juego en las noches para la eternidad. O algo como eso. Como en las mejores pesadillas, DeadClub se construye sobre la desviación de los cimientos.
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Requardt y Rosenberg divertirse con la idea de la discoteca como un lugar de identidad alternativa y disfraz. Los artistas intérpretes o ejecutantes (Jordania Ajadi, Rubén Marrón, Neil Callaghan, Valentina Fermenti, Owen Ridley-DeMonick) aparecen en una sucesión de deliberadamente kitsch de cuadros. Un chanteuse realiza en un cursi de volantes vestido, un macho cantante ofrece no tan comprensible letras, go-go boys puntal y moler absurdamente en pantalones cortos y zapatos de corte.
Hay ecos de David Lynch Terciopelo Azul, de Crystal Pite y Jonathan Young Betroffenheit, de las pinturas de Roxana Salas. Enhebrado a través de estos unheimlich arquetipos es un shock, abyecto figura rallado calzoncillos. En un momento, él está sosteniendo un brazo roto, en otro, el cuerpo sin vida de un ciervo. Él es el protagonista, víctima de la pieza y nos identificamos con su confusión, porque no sabemos lo que está pasando.
Una fuerte característica de la obra es de Dave Precio diseño de sonido, que va de la idiosincrasia de los infernales, con el final minutos jugados fuera a siniestra industrial de percusión. A intervalos, un poquito de oscilaciones alrededor de los límites de cada etapa, llegando al descanso, al azar, sobre la cara de un miembro de la audiencia. Si su número, Rosenberg y Requardt nos recuerdan, es. Bienvenido a DeadClub.
• DeadClub es en El Lugar, Londres, WC1, hasta el 30 de septiembre. Taquilla: 020 7121 1100